Esta sentado ahí mirándome fijamente con sus ojos de ternero degollado, con sus orejas alzadas y el osico apuntando a mi dirección, sus ojos son como dos luceros.
Me pregunto qué querrá. Fijo su mirada en él y este inclina un poco la cabeza como buscando mi aprobación . ya se lo que quiere, mi cama, que le parece tan deliciosa como las golosinas. Le encanta acostarse aquí, tumbarse por horas y horas sin hacer nada. Dejando su pelaje en mis sabanas cada día.
De patas cortas, orejas grandes y pelaje hasta el suelo, ya no es un cachorro. Cinco años después continúa mirándome como el primer día. Mi amigo fiel. Sus grandes ojos ahora tapados por su pelaje, jadeando como si mostrara una sonrisa, y haciendo sonidos que me hacen pensar que está a punto de hablar. Nunca va a cambiar. Espero que nunca lo haga.
Me doy por vencida y con dos golpes en la almohada, le hago saber que está admitido. Un segundo después de un salto está a mi lado acostado esperando ser acariciado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario