“El único medio de conservar
el hombre su libertad es estar siempre
dispuesto a morir por ella”.
Edgar Allan Poe
En Cuentos de amor locura Y muerte publicado por primera vez en 1917, la muerte subyace como un elemento cotidiano y a la vez especial, capaz de captar la atención y convirtiéndose en la acción final; una acción breve pero imprevisible que constituye un eje central sutil y en cierto modo evidente (Collard, A 1958) sin embargo, Pocas veces causada por una razón ordinaria o natural y que en este cuento, nos aventuraremos a decir que más que por una acción fantástica, es causada por un elemento, un sentimiento: el amor.
El almohadón de plumas. Cuento incluido en esta colección, alberga lo antes dicho en tan sólo cuatro páginas en las que se desarrollará una historia fantástica con matices modernistas donde la muerte inicialmente se muestra como un hecho natural, provocado por una enfermedad aparentemente corriente, una influenza y posterior anemia que será revelada como un algo más que fantástico. Un algo terrorífico y demoniaco. Pero también un algo psicológico.
Este cuento, tiene sin duda la intención de sorprender al lector. Quiroga hace uso de su habilidad literaria logrando mantener la intriga tal como lo indica en su Decálogo Del Perfecto Cuentista desde sus primeras tres líneas hasta las últimas tres del relato.
La historia, está centrada en una pareja recién casada, describe su luna de miel como “un largo escalofrío”. Un dato abrupto que confiere inminentemente a la narración un sentido oximorónico o contraponente. Aunque transcurre de forma lineal, la omisión de ciertos aspectos da al lector la sensación de ser contada in media res aunque es resulte finalmente ad ovo, Desde el inicio se insinúa que algo grave va a pasar, lo que no imaginamos es que ese algo será letal para la protagonista.
La muerte es presentada como un hecho inminente, desde la narrativa hasta el elemento estacional utilizado; es otoño: tiempo de prepararse para la muerte. Quiroga nos prepara cáusticamente, para el hecho final logrando aun que resulte sorpresivo.
Desde la primera página, el narrador (omnisciente) nos deja en claro que esta pareja está distada por la incomunicación (sin una causa aparente) marcada terriblemente por ella, lo que posteriormente jugará una mala pasada concluyente en el desenlace. Alicia es presentada como una mujer angelical, tierna y tímida, amada profundamente por Jordán, su marido. Quien de semblante impasible, nunca da a conocer el amor que le profesa. Un día cualquiera, cuando la acompaña al jardín de la inmensa casa en la que habitan, la rodea con sus brazos; consecutivamente, la mujer rompe en un llanto inagotable, que la debilita y la dimite en cama hasta el día su muerte. Este es el único momento del relato donde Jordán tiene una manifestación de cariño hacia su mujer, donde la distancia emocional por un momento se rompe. (Chelle, F. 2016)
Podríamos decir entonces que la acción detonante en esta muerte no es el monstruoso ser que se esconde en el almohadón de plumas donde descansa Alicia a causa de su malestar, sino el abandono por parte de su marido, que la lleva a sentirse desamparada e incapaz de contarle lo que ya sabía que le estaba pasando tiempo antes de el debilitamiento final.
Aunque no se halle explícito, Alicia tiene conciencia de lo que le sucede, y lo que pasará si deja de incorporarse de aquella cama cada día. La historia misma nos proporciona pistas que no llevan a esta inferencia:
“Aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.” (énfasis agregado)
“Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.” (énfasis agregado)
Alicia tenía plena conciencia ya de lo que le sucedía y estaba espantada, por ello, por la casa con apariencia de palacio encantado y por el ambiente. Lo mantuvo en silencio todo el tiempo. Quizá habría visto ya a aquel monstruo que la acechaba y sabía que si no advertía de aquello a su marido, acabaría con ella.
Pero, ¿por qué no advertir al marido de lo que estaba por pasarle? ¿por qué dormir cada noche en aquella cama aterradora? ¿por qué no huir de aquella casa que tanto la atormentaba?
El narrador deja en claro que Jordán amaba a Alicia. Sin embargo, no hace el mismo énfasis en el amor que ella profesaría hacia Jordán. Esta antítesis indicará que la mujer se hubo casado con aquel hombre por algo menos que amor. Un acuerdo o un negocio tal vez, un dato desconocido que Quiroga, depondrá a conciencia del lector.
“Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.”
Este, no podría ser otro que Jordán en una visión adulterada por efectos de aquella enfermedad que la aquejaba, pero no cabe duda que a su vez deja vislumbrar temor por parte de la mujer a su marido. Alicia teme de Jordán y en su desvanecimiento, teme aun más de su carácter, y por qué no. De su actuar.
En otras palabras, Alicia no está contenta en aquel matrimonio, quiere a su marido, pero no lo suficiente, esto podría deberse a que él la mantiene de alguna forma prisionera, por ello no sale de aquella espeluznante casa y su actitud circundante la desmotiva aun más. Lo que la llevaría a tomar la fatídica decisión de dejarse llevar por aquel maléfico ser que acabará con su vida. La muerte surge entonces como única salida probable de aquel lugar espantoso.
“No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón.” (énfasis agregado)
Sabía que aquel monstruo la devoraba sólo de noche, o al menos en la oscuridad. Por ello, en el día mantenía la luz encendida en aquella habitación a la expectativa de alguien que diera cuenta de aquel acaecimiento que la estaba desapareciendo. Esperó por tres días pero nadie lo notó, y finamente decidió dejarse ir por completo prohibiendo que alguien le tocara el almohadón causante de su mal. A fin de deshacerse por fin de aquella vida atrozmente parsimoniosa que tan infeliz la hacía.
Conociendo la historia de Quiroga y su entorno suicida , nos remitimos a pensar que esta mujer, podría ser inclusive la representación simulada de su primera mujer, Ana María. Una joven de veinticinco años que, ingiriendo un sublimado, se suicidó no sin atravesar antes una sinuosa agonía de una semana, casi igual que Alicia quien quisiera acabar con su vida de una forma cruel y dolorosa. Haciéndola parecer así, una equivocación, un accidente. Una fase del destino. La rubia se deja morir, no llega siquiera a luchar por su vida, y todo apuntaría a que eso es lo que pretende: terminarla.
Como podemos constatarlo en El almohadón de plumas, la tensión es manejada desde múltiples avatares en los que los aparentes temas principales toman un nuevo significado a ser analizados desde configuraciones retóricas, nos conducen a conclusiones como que Alicia, la mujer, muere no solo a partir de un hecho monstruoso demoniaco sino que cae en un duelo consigo misma provenida de la situación que surca en su vida. El abandono por parte de quien debería ser su amante eterno, que la acompañe en la salud y en la enfermedad que aunque aparentemente la resguarda, no presta a atención suficiente para saber lo que acaece a su compañera. Cuyo suceso desencadena la consumación de la historia, que lleva a su compañera a sufrir de amor y locura y posteriormente morir.
1. “el almohadón de plumas”. En Cuentos de amor de locura y de muerte, España, mestas ediciones, 2015. Págs 59-62. Todas las citas del cuento se hacen de esta edición. ISBN: 978-84-16365-22-7.
2. Fernando Chelle, ‘El almohadón de plumas’, de Horacio Quiroga. En: revista Culturamas, España, 2016. Recuperado de:http://www.culturamas.es/blog/2016/05/25/el-almohadon-de-plumas-de-horacio-quiroga/
3. Daniel Rodriguez, Naturaleza y degradación en ocho cuentos de Horacio Quiroga, 2005. México.
4. Guillermo Tedio, “emma zunz” o el laberinto psicótico”. En: Espéculo. Revista de estudios literarios. 2002, Universidad Complutense de Madrid. Recuperado de:
http://www.ucm.es/info/especulo/numero21/e_zunz.html
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