Resumen
A lo largo de la historia, muchos autores han recurrido a la
literatura como forma de afirmar identidades ultrajadas y marginadas por razas
“superiores”. En este trabajo se intentará analizar el conflicto aparente de
identidad y raza que resalta en cuatro poemas de Derek Walcott. Centrando la
atención en hablante lírico, tan importante en todo poema y oyente lírico.
Título, tema, asunto, envío poético, temple e ánimo y espacio poético
propuestas en la guía de análisis suministrada y proponen una visión que
permite vislumbrar la carga de rasgos autobiográficos de estos poemas.
Palabras clave: Identidad,
Raza, Derek Walcott, Historia, olvido.
Derek Walcott fue un poeta que nació en una pequeña isla ubicada en
el mar Caribe llamada Santa Lucía, en el año 1930. Su vida estuvo dedicada a la
poesía, al teatro y a la pintura. Tanto fue el impacto que su poesía logró a
nivel sociocultural y artístico que recibió honorablemente en 1992 el premio
Nobel de Literatura. Falleció en 2017, en su tierra natal, a los 87 años.
A lo largo de toda su obra, el autor pretende reivindicar al negro
e indígena torturado y degradado, y, asimismo, revelar aquel maltrato, aquel
agravio, no para generar rencor sino, por el contrario, para recordar aquella
historia con plena conciencia de lo acontecido y con la seguridad de que cada
una de las personas pertenecientes a estas culturas merecen conciliar, para que
así se pueda “construir una nueva
identidad caribeña” (Bernal, 2010).
Walcott era un mestizo, hijo de padre inglés y madre afrodescendiente.
Es posible que esta condición haya influido en su vida y obra como influyó en
el peruano José María Arguedas la condición de ser hijo de padre “blanco” y
madre indígena. Arguedas, por ejemplo, atravesaba el conflicto cultural de
sentirse “blanco entre los indios e indio entre los blancos”. Probablemente
este cruce de “razas” lo haya atormentado como al escritor indigenista peruano,
y lo haya impulsado a tratar de inscribir en la historia de la literatura la
historia de su pueblo, de su cultura, de su raza. Es por lo que analizaremos
cuatro de sus poemas, tratando así de desentrañar su historia.
Veranda
Este poema publicado en 1993, en la colección Islas; retrata la rememoración de los fragmentos de una identidad
construida del dolor y la violencia. En él, el poeta recurre a la memoria para
entender un presente difuso, fragmentado, una suerte de amalgama cultural que
no termina de entender o a la que todavía no consigue acomodarse, quizá porque
aún siente la presencia de los otros en su territorio, aún no alcanza a reconocerse
en ese espacio que ocupa, que es su casa. Se sabe libre pero preso en el
pasado.
Asimismo, asume una actitud
apostrófica o apelativa en cuanto se dirige a un “tú” “¿Por qué os hago levantar?” A todo esto, se
le suma la actitud más lírica de todas, la carmínica. Aquí el hablante opta por
referirse a su propia interioridad: “Yo maduro hacia vuestro ocaso, señor, el
sueño donde me queman en aquella travesía marítima, donde navego […]”.
Por otro lado, el título, aunque aparentemente sencillo, posee una
carga simbólica muy compleja que
constituye el distanciamiento del hablante lírico frente a su presente. Dicho
de otro modo: entendemos como veranda como
un mirador, un espacio de la casa con vistas al exterior, a la calle, que se
encuentra usualmente a una altura significativa y ofrece una perspectiva
diferente al de la planta baja. No obstante, la veranda como parte de una casa
construye una metáfora interesante, pues se reconoce la casa como un pueblo; es
a través del paisaje que le ofrece este mirador que el hablante lírico va a
desarrollar su narración.
Otro aspecto para analizar es precisamente este último, el hablante lirico, cuya característica
principal es que es explícito y reflexiona sobre lo agónico de su historia: “Yo
maduro hacia vuestro ocaso, señor […]/Yo soy el hombre que mi padre amó y fue.”
Es también un revelador de experiencias, que más que optar por una única
actitud, posee una voz que se transforma y asume posiciones diversas. Es
enunciativo, cuenta la tragedia de un hijo. “Un suicidio entre las llamas.” “Su
hijo mulato recogió sus carbonizados huesos negruzcos.”
Seguido de lo anterior, el
oyente lírico del poema aparece explícito en la estrofa VIII que dice “Un
fantasma surge de ti / el fantasma
de mi abuelo / …”. Con ese “ti” se infiere que un posible destinatario sean
esos personajes colonos a quien se dirige directamente, como se indicó más arriba,
pero también podría referirse a esos naturales de su tierra, a esos herederos,
a esos seres colonizados. No hay tanta claridad en ese aspecto. No hay que
dejar a un lado que más adelante se dirige a alguien en particular a quien
llama “señor” que es el mismo a quien se dirige en el primer verso de la
estrofa VIII; este término es utilizado como una forma de tratamiento
respetuosa hacia alguien que está por encima de uno, como los colonizadores,
por ejemplo.
Entretanto, en el envío poético el hablante presenta un
tono triste, melancólico y a la vez irónico, en donde evoca su pasado, sus
raíces y la mezcla de razas producto de la violencia; irónico también porque
trata de señor, una forma respetuosa,
a un personaje que se impuso con violencia en su tierra, se piensa en uno de
esos sanguinarios colonizadores que se hacía respetar a la fuerza.
En el poema se logra percibir un tono que hemos convenido en llamar
indignación nostálgica: un
sentimiento que es producto de la impotencia que se manifiesta en forma de
remembranza, de la evocación de un pasado -todavía presente- de dominación, de
conflicto de toda índole; un sentimiento que despierta una mirada al pasado, a
los años de la conquista y sus antepasados, a través de la veranda de su casa.
Luego de la colonización, este hombre libre siente que debe
apropiarse nuevamente de su territorio, de su casa (la casa como metáfora
siempre), aprendiendo a vivir con la historia, con la ira que llegan las
vejaciones, con la nostalgia de lo sucedido.
Con lo anterior, queremos decir que, si bien el temple de ánimo
tiene matices nostálgicos, también logra transmitir sentimientos de ira, quizá
producto, como se dijo anteriormente, de la impotente remembranza de un pasado
abusivo y hostil, pero también de la imposibilidad de reconocerse a sí mismo.
Esto último es muy importante, porque, adicionalmente, se vislumbra también
cierto afán de una apropiación identitaria, a través de la cual ese individuo
colonizado pueda sentar unas bases sólidas sobre las cenizas del pasado que
lleva a cuestas.
El espacio poético del poema está determinado por una serie de
cuestiones que tienen que ver con el espacio físico descrito (del que poco se
habla realmente), y también con la configuración de pensamiento que se obtiene
a través de la evocación de recuerdos, de datos relativos a un periodo de
colonización europea, que traen consigo el despertar de diversas sensaciones y
sentimientos. Por tanto, se puede decir que estos aspectos que componen el
poema ayudan a estructurar un espacio poético completo más allá de un entorno
simplemente físico, donde se puede reconocer un ser sensible, preocupado por el
devenir histórico de su cultura, de su pueblo.
Cabe destacar un aspecto vital que se aprehende con la descripción
somera del entorno físico y más con otros recursos íntimos del hablante lírico,
y es la universalidad que goza el poema, debido a que cualquier lector hijo de
una tierra que fue colonizada por europeos, podrá reconocerse en cada una de
las líneas que lo componen.
Gros-Ilet
No sabemos si es con s o sin s, si obedezca a un error de imprenta
o qué realmente, pero lo que sí sabemos es que el título de este poema lleva el
nombre de una localidad de la isla de Santa Lucía, cuna de Derek Walcott. Le
escribía a su tierra, a su gente, y este poema no es la excepción.
En Gros-Ilet, Walcott nos presenta una isla otra, una “aldea” con
unas raíces bien fuertes, resistente a las tormentas marinas que llegan del
otro lado del Atlántico a conquistar, a transformarnos en un apéndice de ellos.
El poema, entre otras cosas, es una apología, si se quiere, de las
costumbres y modos de ser distintos de las personas de una “aldea” del Caribe;
dicho de otro modo, el hecho de que sean distintos, porque sus costumbres no
provienen del continente europeo, no quiere decir que sean menos y que no deban
sentirse orgullosos de la riqueza cultural y natural que poseen. Este es el
tema del poema, el rescate de unos modos de ser, pensar y actuar diferentes,
otros, ricos y múltiples, diversos y únicos.
Por otra parte, debemos referirnos a la voz poética del poema, a
ese hablante lírico que toma una posición enunciativa para describir esa aldea.
Empero lo hace con una voz propia, de alguien que conoce, que cree, que siente
esa aldea, que le duele; una voz que se incluye en el texto poético
(“caminamos”, “dormimos”, “estuviéramos”, “nuestro sentido del equilibrio”).
Walcott le habla a la humanidad. Su poesía no tiene un destinatario
específico. Empero, ¿para quién la ironía si no para los que llegaron a
imponerse en su tierra?, ¿para quién resaltar la belleza de que goza la isla
que lo vio nacer si no para esos que viven en ella que no la ven?
El entorno físico en que se enmarca el texto poético, gracias a la
descripción exhaustiva de éste y la advertencia que desde el título el autor
nos hace, se puede colegir de manera sencilla, a diferencia de otros poemas,
que es una isla.
En lo referido al envió
poético, el hablante lírico
hace una especie de presentación y trata de resaltar la belleza de aquella
isla, en donde no hay quesos ni vinos finos, sin embargo, hay otras cuestiones aún
más valiosas. Con un tono irónico todo el tiempo, realiza comparaciones en tono
burlesco.
Es muy interesante la visión de mundo que nos proporciona este
poema, esa apertura a lo diverso, a lo exótico, a lo distinto; esa exhortación
a abrir los ojos, a entender esos conflictos culturales que sufren los pueblos
que fueron colonizados por europeos. La lucha por configurarse como hombre
caribe, negro, mestizo, mulato, se ve reflejada en las líneas de este poema. A
este respecto diría Santiago Gabriel Calise (2009):
"Estos fragmentos
muestran lo más imperceptible del pensamiento eurocéntrico, que es la
utilización de palabras acuñadas en otras latitudes, y forzadas a encajar en
otra realidad diferente. De alguna manera, la naturaleza del Nuevo Mundo es
comparada y vista con ojos nostálgicos, o quizás irónicos, se pregunta Walcott,
de manera que ésta es inferiorizada, o sea, como una variante deformada del
patrón original". Es por ello que Walcott podrá decir,
ironizando orgullosamente:
"There
is no wine here, no cheese, the almonds are green,
The sea
grapes bitter, the language is that of slaves."
“Gros-îlet” (Walcott 2007: 64)
Codicilio
Codicilio es un
poema que pertenece a la colección Pleno
verano, Poesía selecta (1964) en cuyos versos se expresa su posición frente
a un tema recurrente y trascendental en toda su obra: el dolor de patria frente
a un panorama de pobreza racial y cultural. Empero se manifiesta a través del
sentimiento de la indignación y desarraigo; por otro lado, la vida y la muerte
en cada una de las estrofas se presentan a través de las olas, las que
funcionan como metáfora de los dos opuestos mencionados anteriormente.
Para iniciar el análisis se podría comenzar por el título y la
sugerencia que este ofrece. Se entiende por codicilio según la Real Academia
Española como “toda disposición de última
voluntad que no contiene la institución del heredero y que puede otorgarse en
ausencia de testamento o como complemento de él”. En este orden, de ideas
se puede inferir que el hablante lírico sugiere a través de título una
propuesta que trate de replantear esa herencia europea que persiste aún en su
territorio del cual él y su gente es heredera. Propone despojarse de esas
vestiduras europeas que provocan una problemática que genera pobreza, abandono
y falta de identidad nacional, lo cual se convierte en un problema, tal como lo
menciona Ruiz, G. A. F. (2011) en el artículo titulado "Poética
e identidad: En Raúl Gómez Jattin."
Por otro lado, el tema que se trabaja la muerte se espera
ansiosamente porque es difícil vivir con lesiones que no necesariamente son
físicas, sino que fragmentan la sociedad y la denigran, una de ellas es el
destierro y la otra, la no apreciación de aquellos ilustres. Igualmente, en
este poema el autor presenta las olas de la playa como metáfora de la vida, la
cual va y viene, arrancando y trayendo, llevándose consigo ilusiones,
tristezas, injusticias; acercando o aproximando esperanzas y justicia. Sin
embargo, este mar descrito en los versos de Codicilio
revela lo que el océano se lleva sin la mínima ilusión de un regreso.
Asimismo, el hablante lírico construido por Walcott se expresa
desde el exilio, deambulante, agotado, indignado y consciente de su condición
de hombre, la cual lo conlleva a pensar en la muerte y lo que le espera a la
nación que no replantea su identidad, además, se muestra indignado ante el
sistema que la gobierna y la sumisión de sus habitantes. La muerte la ve como
la etapa final de la vida que más temen los hombres; sin embargo, él es
conocedor de lo que le espera porque su familia fue erradicada violentamente,
tanto que menciona “Nada hay en el corazón; ni siquiera / miedo a la muerte. Conozco
a demasiados muertos. / Todos son de la familia, conozco su manera de ser / e
incluso como murieron. La carne / ardiendo ya no teme a la boca del horno / de
la tierra.”
Por otra parte, el oyente
lírico en Codicilo no es explícito, no tiene un destinatario ficticio al cual
esté dirigido; sin embargo, se puede inferir que destinado a las personas que
lo leen, planteándoles así los problemas de la humanidad y de lo que ésta ha
hecho para que se genere así conciencia acerca de lo que está aconteciendo y se
logre una transformación social a través de la catarsis.
A partir de esto, el envío poético o estado de ánimo del hablante
lírico en el presente poema analizado, Codicilo,
en el cual el hablante lírico inicia exponiendo cómo se encuentra lesionada una
sociedad; seguidamente, comenta acerca de lo que ya no puede hacer porque el
tiempo ha pasado y es bastante tarde para intentar remendar algo que ya pasó;
más adelante, expone su lamentación ante la situación del país y del poco
sentido de pertenencia que se le tiene a este, y el escaso valor que se le da a
aquellas personas que pueden aportar algún bien a la humanidad, a los cuales
les toca acudir a las sobras de esta; finalmente, manifiesta que así como él
hay muchas personas a las que perdieron a sus familiares por causa de la
violencia del colonialismo y el forzamiento racial. Es así, como a lo largo del
poema el hablante pretende exponer todos estos eventos históricos para generar
conciencia y llegar a la conciliación.
La visión de mundo que expresa el autor en su obra, está
relacionada con la concepción que tiene de la vida, que en este caso habla de
ella a través de metáforas como el mar, y más específicamente las olas que este
genera las cuales se pasean entre una orilla y otra, llevando y trayendo
consigo buenas y malas cosas, y dentro de estas malas, la muerte, para la cual
personas como él que vieron y vivieron la violencia, no significa más que un
momento que tarde o temprano tiene que llegar, no sin antes reconocer que aún a
pesar de aquellas vivencias aún no se valora lo que sostiene la sociedad, es
decir, la humanidad.
Así pues, en el poema el espacio poético en el que se encuentra el
autor es una playa en la que está caminando, exiliado, bajo la luz de la luna,
espacio que se presta para reflexionar acerca de aquellos elementos que hacen
de la sociedad como las olas las cuales según el hablante lírico “se cansan de
horizonte y regresan”; igualmente, piensa en qué es una nación y cuáles deben
ser los pilares de esta, en qué acciones se deben apoyar y cuáles no, y sobre
todo en los tratos inhumanos que se le dan a las personas. Es así como el mar
es un espacio en el que se contempla la vida y los pormenores de esta.
La
mar es la Historia
“La mar es la historia” condensa el mar como un cosmos conflictivo
en el que habitan las memorias de la humanidad. En este poema, el mar se presenta como el
espacio en el que mora la verdadera historia. En él, sobreviven los viajes que
han tenido los pueblos, sus saberes y memorias. Es un espacio donde la vida se
construye, se altera y también en donde encuentra su fin.
En este poema, en el hablante lirico se yuxtaponen dos actitudes en
cuanto es enunciativo y apelativo. Este hablante lirico inicia con una
interrogación hacia un “nosotros” que es respondida inmediatamente después:
“¿Dónde están sus monumentos, sus batallas, sus mártires?/[…]Están, señores, en
esa bóveda gris.”
Es enunciativo en cuanto se
observa un relato casi paralelo e intensamente relacionado al relato bíblico de
la creación. Un viaje a la semilla, al origen. “En el principio fue el petróleo
en hervor/ Espeso como el caos; […]”.
Alude también a el éxodo, lamentaciones y el nuevo testamento.
“[…]alanceando un costado de Dios/ Al ocaso de su hijo […]”
A través de esa restauración de la historia, el hablante lirico
muestra a la mar como ese universo/abismo insondable, en el que se encuentran
violentamente sepultados fragmentos de la historia. Allí confluyen las vidas,
los hechos que han construido la memoria de las civilizaciones.
Aquí la voz poética es explicita, se asume e identifica con un Yo.
“[…] yo mismo los guiare.” Esta, diserta e interpela a un oyente lirico
colectivo que es nombrado como un “señores”: “¿Dónde su memoria tribal?/ Están,
señores, en esa bóveda gris.”
En cuanto al envío poético en “la mar es la historia” se observa
que son diversos. Debido que los estados de ánimo del hablante están
íntimamente ligados a las trasmutaciones que ha tenido el mar como espacio. Van
desde el asombro, el dolor hasta el duelo. De acuerdo con esto, el temple de
ánimo fundamental de este poema es el asombro, ya que el hablante lirico
explora el mar como un espacio secreto, poderoso y perenne que conoció un inicio, pero nunca un
fin.
Ese mismo mar es el espacio poético. Allí se presenta una apertura
para la aprehensión del mundo, en cuanto es revelador ya que las memorias de la
humanidad que lo habitan se han ido construyendo de manera progresiva y
contradictoria. De igual forma el mar puede ser una muestra ideal de la hibrido
del caribe, debido a que el mar se alimenta de todos los espacios que toca,
gracias a su movimiento constante y su perdurabilidad en el tiempo.
Conclusión
Derek Walcott, como vemos, es la voz poética de una comunidad
caribeña que por siglos fue marginada, es la voz de una cultura incomprendida
que todavía busca configurarse en un marco histórico y artístico propios, sin
nada del pasado que la eclipse, que la acalle.
La desterritorialización, propuesta por Deleuze y Guattari es un
elemento importantísimo en la poética de nuestro autor analizado, el idioma que
utiliza no es, su lengua materna, ni de su tierra. Walcott, utiliza el inglés
al tiempo que también introduce derivaciones del creole a través de diálogos en
los poemas. Esto con el fin quizá, de llegar a más personas, de que el mundo
conozca a esa raza que es la suya y se apropie de ella.
Se convierte esto entonces en un conflicto de identidad e incluso
de escucha, "[…] esta comunidad imaginada no ha encontrado su encarnación
en ninguna nación moderna” como afirma Calise, incluso aunque, “su existencia
esté mayormente justificada Esta comunidad de gentes que no logran hacerse
escuchar” a partir de esto es muy probable que quizás necesite, primero,
reconocerse y dialogar más consistentemente entre sí, para lograr el regocijo
de una identidad pura.
Referencias
Bernal, R. (2010). EL yo y los otros: Dialéctica de conciliación en
dos poemas de Derek Walcott. Núcleo,
22(27), 115-131.
Calise, S. G. (2009). La
poética de Derek Walcott y el problema de la poscolonialidad. Espéculo:
Revista de Estudios Literarios, (43), 99.
Deleuze, Giles y Félix
Guattari (1990) Kafka. Por una literatura
menor, Ediciones Era, México, segunda reimpresión.
Ruiz,
G. A. F. (2011). Poética e identidad: En Raúl Gómez Jattin. Revista
Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (14), 143-169.