sábado, 1 de julio de 2017

BONDAD, GRATITUD Y LUCHA: LAS OTRAS RAYAS DEL YABEBIRÍ




En Cuentos de la selva, del escritor uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937), un libro de cuentos infantiles publicado por primera vez en 1918 en Buenos Aires, Argentina, se encuentra el relato al que vamos a tratar de aproximarnos a lo largo de las siguientes líneas: El paso del Yabebirí. En guaraní significa literalmente "río de las rayas", debido a que en sus aguas alberga un sinnúmero de estos peces cartilaginosos y venenosos. Quiroga, dicho sea de paso, vivió durante dos periodos de su vida en la región selvática de Misiones, en Argentina, donde se halla el cauce del Yabebirí, y que desemboca en el Paraná, en Brasil, atravesando parte de una zona selvática del Paraguay.

A través de Cuentos de la selva el autor reflexiona sobre la vida de los animales y la llegada de la civilización a la selva, de la especie humana y su vida en este lugar, que con prepotencia y necesidad de dominio llega como un intruso a desequilibrar. Asimismo, enseña al mundo este lugar inhóspito con unas características propias de esa zona del sur del continente americano, una fauna y flora silvestres que menciona con los nombres vernáculos con que se conocen en la región, elementos identitarios que cobran gran importancia dentro de la narrativa latinoamericana. 

En El paso del Yabebirí los animales tienen la capacidad de hablar; no podemos decir que tienen otras facultades humanas como sentir o pensar, porque sabemos de sobra que los animales sienten y piensan; quizá sea ese un punto que pretenda sacar a flote el autor en sus reflexiones sobre la selva y trate de transmitir a los niños y jóvenes el amor y respeto que merecen los animales. Pero lo interesante de todo esto es que siempre realizan dichas acciones, como sentir, pensar y hablar dentro y desde su fisonomía animal, es decir, son animales que están condicionados por su anatomía y no se extralimitan. Estas facultades (personificación) le permiten comunicarse con otros animales y con los seres humanos, aspecto que le da un aire de verosimilitud importantísimo a la diégesis, debido a que centra al lector en un ambiente selvático real, donde hay una comunicación entre unos seres y otros cada uno desde su roll y con una problemática a resolver; en cambio no en uno imaginario o fantástico donde hay árboles hablan, peces que vuelan y serpientes que caminan. Hay que resaltar que en este relato se maneja un lenguaje muy sencillo, poco habitual en otras narraciones del mismo autor; lo emplea con el fin de llegar a ese público infantil al que inicialmente está dirigido. 

Dentro del relato, por otro lado, la selva se muestra como un ente perfecto, autosostenible, con unas reglas y principios que el hombre en su necedad viene a transgredir. Y eso es precisamente lo que ocurre en el cuento que nos ocupa, una transgresión; pescar con dinamita, hecho primero de la narración, era no solo una brutalidad sino también una barbaridad: "Tiran una bomba al río, matando millones de peces". Empero, esta práctica realizada por unos hombres malvados invasores de esa región, es rechazada por uno bueno, muy serio, que llega a vivir allí, a Misiones. Este hombre trata de devolver el equilibrio natural de las cosas, conmovido por la muerte inútil de los peces chiquitos que "no sirven para nada". Siente, pues, lástima por ellos, y actúa echando a esos hombres a cazar a otro lugar. Por su parte, los peces habitantes del río quedan enormemente agradecidos por el gesto que el 
hombre tuvo con ellos. Experimentan un sentimiento humano, sí, pero también animal, que es el de la gratitud. 

Empero ocurre algo: este hombre bondadoso para la comunidad del Yabebirí, tiene problemas con el tigre y quizá lo agrede, aunque las rayas lo justifican, acción que desencadena el ataque de los tigres y que las rayas impiden a toda costa. Este sujeto resulta ser para este tigre y para su familia, como es natural, una amenaza, a quienes aniquila con su "winchester" en una acción postrera, cosa que permite entrever que el hombre es un cazador implacable, de esos que no desperdician tiro, pues en tan sólo dos minutos acabó con toda una manada de tigres. Aquí entramos en una contradicción selvática: para los habitantes del Yabebirí el hombre es un amigo, un buen tipo que llegó a Misiones para salvarlos de las garras de esas bestias humanas; para los tigres es un intruso. Como es natural, las rayas van a proteger a toda costa la vida de ese buen hombre a quien tanto aprecian y por quien están dispuestas a dar la vida; y, en efecto, la dan en la batalla que libran contra la manada de tigres que perseguía al hombre por un hecho que se dio de manera confusa, ya que no se sabe a ciencia cierta quién atacó primero al otro. 

Otra cuestión importante para resaltar es que si bien una lectura profunda del relato permite ver entre líneas algunas contradicciones de carácter filosófico, entre lo apolíneo y lo dionisíaco de las estancia del ser humano en la selva, al final, en el último párrafo, como es natural en la narrativa infantil, podemos ver concluida una perfecta armonía entre hombre y naturaleza, aunque lograda a sangre y fuego, justificada por una amistad y cariño entrañables que había sembrado este hombre bueno en los corazones de los pobladores del Yabebirí, y en algunos otros habitantes de la selva, como el zorro, quien oportunamente dio aviso a las rayas del peligro en que estaba su amigo, y del carpincho, especie de roedor a quien por estos lados conocemos como ponche, que fue el que trajo el arma con que el hombre acabó con los tigres. De este modo, el autor deja abierta la posibilidad de la estancia del hombre en la selva de manera armónica, advirtiéndolo, sin embargo, de ciertos peligros a que debería enfrentarse. 

Asimismo, otro aspecto del relato que es importante resaltar, es el suceso del combate a muerte de las rayas contra los tigres. En esta batalla hubo un gran protagonismo por parte de las rayas jóvenes, debido a que su espíritu de lucha no dejó desfalleció ni dejó desfallecer a las rayas adultas que se encontraban ya sin fuerzas y con la moral por el suelo, o mejor en este caso, en el fondo del río: "-¡NI NUNCA!- gritaron las rayas más jóvenes y que no tenían tanta experiencia", expresión que en el mismo relato se explica es propia de las gentes de esos lados del Paraná que hablan el guaraní. De este modo, el cuento deja, sin duda, varias enseñanzas a los más jóvenes e invita a la reflexión a los adultos. Definitivamente no hay enemigo pequeño y la unión hace la fuerza. 

Para concluir, se puede decir, de acuerdo con lo anterior, que se cierra un ciclo: la gratitud ahora era mutua, el hombre se sentía agradecido con las rayas que le salvaron la vida arriesgando las de cientos de ellas, hicieron en realidad mucho más de lo que él hizo por ellas. La bondad y la gratitud se manifiestan, pues, en el relato, como sentimientos positivos en medio de un ambiente hostil que fue la batalla con los tigres y la expulsión de los hombres que pescaban con dinamita, ambiente de selva en general. Se respira lucha y paz en la misma medida. Termina así, pues, una linda historia de amistad y de lucha conjunta, de reciprocidad e intercambio, de esfuerzo y sentimiento, de guerra y de paz entre el binomio hombre-naturaleza. 


Referencias: 

1. Cuentos de la selva, Bogotá - Colombia, Editorial COMCOSUR. Págs 41-52. Todas las citas se hacen de esta edición. ISBN: 978-958-59509-3-1. 
2. Daniel Rodriguez, Naturaleza y degradación en ocho cuentos de Horacio Quiroga, 2005. México. 
3. Martha L. Canfield, Horacio Quiroga: La selva sagrada y el reino perfectible, 1990. Colombia.

jueves, 29 de junio de 2017

¿Qué es leer?

“Lee y conducirás, no leas y serás conducido".
Santa Teresa de Jesús.

La literatura es una actividad estética y creadora de productos, obras de expresión oral, verbal o escrita. Como diría Vítor De Aguiar E Silva, es una forma determinada del mensaje verbal. Pero no basta la mera producción de información por parte de un autor para que este cumpla una función en la sociedad; si no también lectores capaces de decodificar esa información y tomarla para sí, estudiarla, analizarla e interpretarla en una forma profunda.

De eso se trata la lectura; de la capacidad de tomar un texto cualquiera y reconstruirlo simbólicamente a fin de interiorizarlo y/o adaptarlo a la vida propia.

Leer no es sólo trasladar un  material escrito a la lengua oral, eso seria una simple técnica de descodificación, leer significa interactuar con un texto, comprenderlo y utilizarlo con fines específicos.

Por otro lado, como lo dijo una vez el escritor británico W. Somerset Maugham. Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida. Es esta entonces una de las  funciones principales de la literatura, y hasta de textos no literarios. El hecho de leer materiales dispuestos para el conocimiento, o la recreación, nos aleja de la realidad inmediata por un espacio de tiempo e incluso posiblemente nos hará olvidar momentos de desdicha determinados. El lector, se vuelve inmune a la vida real por un breve lapso de tiempo y de alguna manera se recupera para volver a su realidad y enfrentarla.

Leer es también una es una actividad de interacción. se aprende a leer a muy temprana edad, pero es necesario profundizar en técnicas de comprensión lectora para que la lectura no sea sólo superficial sino de aprendizaje. No importa el ritmo, o la cantidad pero sí la calidad. Podemos leer cuentos cortos de una página, y nos darán más alimentación que si leemos una novela apresuradamente.

Sin título

Quisiera olvidarte
poder despertar sin que seas mi primer pensamiento
sin anhelar tus brazos
necesitar tu pecho en mi espalda
o tu nariz en mi pelo.

Poder caminar en paz
sin querer encontrarte en cada paso
o imaginar tu perfume
verte en cada rincón.

Suponerte caminando a mi lado,
Hablando de lo que sí y lo que no.
Sin buscar respuestas,
viviendo el día.

Quisiera no tener que amarte
sentirme tranquila sola conmigo,
o sola sin mí.

Ahora
el tiempo es una estaca de recuerdos que queman
pero,
qué es la vida sin ellos... ¿Verdad?

Y te pienso,

Te pienso, desde el segundo en que despierto te pienso e imagino qué habrá sido de ti
 ¿me pensarás también tú? ¿O habré quedado para siempre en pasillos olvidados en tu mente?

Mi día se vuelve tenso y quejumbroso sin ti, me alimenta el recuerdo de tu voz y la esperanza de algún día volver a verte y poder abrazarte como solía hacerlo. Quizá suceda pronto o tal vez en muchos años, no lo sé, no me importa. Esperaré a ese momento, sin importar el tiempo.

Espero que ese día sigas queriéndome y extrañándome como yo, o que por el contrario hayas encontrado la felicidad en otros brazos y en tus ojos se vean destellos de una vida plena; así también seré feliz, porque tú felicidad será mi felicidad aún de lejos o muy cerca

Te pienso, por supuesto que te pienso.

Breve análisis de La Montaña de Enrique Anderson Imbert



“La ficción es lo característico de la actividad humana. Somos animales simbólicos que hemos inventado un mundo de símbolos”       
Enrique Anderson


Enrique Anderson Imbert evidencia en sus obras un gran dominio de los mecanismos del género narrativo, con una tensión cohesiva sin digresiones, sin delaciones. El cuento no se abre, no se mezcla, no se confunde, se cierra sobre sí mismo y se desliga de su autor. Tal es el caso del cuento La montaña de su autoría, en la que el conocimiento  de la función poética resalta la gran variedad de uso de los recursos estilísticos.

Anderson Imbert persigue la desestructuración, la trampa a los sentidos para hacer salir al lector del la zona de confort, y situarlo al otro lado, hacia una reelaboración del límite, de la frontera entre lo real y lo fantástico. Por ello, inicialmente este relato podría ser clasificado como realista, en una precoz evolución hacía la fantasía, destacando finalmente en esto último. El lector se queda con un alto grado de irresolución, con preguntas sin resolver y vacíos sin llenar, quizá, con el único fin de que sea él quién llene esos vacíos.

El desarrollo que Anderson Imbert lleva a cabo en este relato es impoluto, en la que parte de una situación aparentemente corriente, y sólo con una frase consigue darle un giro inesperado.

Inicia en plena acción, (El niño escalando el cuerpo de su padre). Se evidencia la ausencia de datos específicos sobre los personajes aposta que realiza este escritor absentista con el fin de crear la ambigüedad final en la que se da un cambio ontológico de espacio pero no de tiempo en la que el mismo niño se transporta a una verdadera montaña y el padre desaparece hallándose sólo y despavorido en una alta nada.

Podría ser entonces, este cuento,  una mera metáfora de la vida, y el camino y cambio que atraviesa el hombre hasta llegar a una cima en la que muchas veces se encuentra sólo luego de haber escalado sobre otros, sobre muchos sin importar el qué o incluso en quién, capaz de sobrepasar límites con el fin de alcanzar el objetivo propuesto pero finalmente el hombre nota su soledad y se deja acorralar de ella, quedándose consternado y atemorizado por posible su final. También se puede interpretar cómo es la búsqueda de un ser supremo y omnipotente que el hombre desea realizar, pero que cuando le es imposible verlo a simple vista se desespera y comienza a dejar de creer en todo aquello que un vez deseó ver.

Y así como estas se pueden realizar muchas interpretaciones de este micro relato, ya que a través del lenguaje poético se crea un mundo ficcional en donde lo que está escrito va generando en el lector la idea de un mundo posible a través de la imaginación, pero que sin lugar a dudas nunca va a salir del plano irreal.

La originalidad es también otro elemento muy notable, pues este cuento corto salta de un “mundo real” o plano cotidiano, y da un giro completamente inesperado, para llevarnos con el lenguaje poético a lugares fríos e inhóspitos, donde el ser humano no desea estar. Y precisamente esta originalidad es la que permite que los relatos perduren, ya que van adquiriendo autonomía por las distintas connotaciones que se le da a los hechos y/o cosas.
Por ejemplo: “Cima nevada de la cabeza”

Lo que permite dudar acerca de cuándo la cabeza es fría, si se supone que el sol se vierte directamente sobre ella. O es que en la altura se puede estar hundido.
En estos ejemplos es en donde se observa con mayor recurrencia el uso de los recursos estilísticos que embellecen el lenguaje, lo que demuestra que su autor tiene una intensión y una voluntad artística con su creación


Por último, el narrador es uno cuasi-omnisciente como lo clasifica el mismo Anderson Imbert en su libro Teoría y técnica del cuento (1979) a pesar de sus restricciones, puede seguir a sus personajes a los lugares más recónditos, relata en tercera persona y presenta los hechos por partes, a su acomodo para darle un matiz particular a este relato corto, dejando entonces datos importantes a la deriva para “beneficio” del lector, en otras palabras, que este pueda sacar sus propias conclusiones.