martes, 1 de mayo de 2018

Conflictos de Raza e identidad en cuatro poemas de Derek Walcott


Resumen
A lo largo de la historia, muchos autores han recurrido a la literatura como forma de afirmar identidades ultrajadas y marginadas por razas “superiores”. En este trabajo se intentará analizar el conflicto aparente de identidad y raza que resalta en cuatro poemas de Derek Walcott. Centrando la atención en hablante lírico, tan importante en todo poema y oyente lírico. Título, tema, asunto, envío poético, temple e ánimo y espacio poético propuestas en la guía de análisis suministrada y proponen una visión que permite vislumbrar la carga de rasgos autobiográficos de estos poemas.
Palabras clave: Identidad, Raza, Derek Walcott, Historia, olvido.
Derek Walcott fue un poeta que nació en una pequeña isla ubicada en el mar Caribe llamada Santa Lucía, en el año 1930. Su vida estuvo dedicada a la poesía, al teatro y a la pintura. Tanto fue el impacto que su poesía logró a nivel sociocultural y artístico que recibió honorablemente en 1992 el premio Nobel de Literatura. Falleció en 2017, en su tierra natal, a los 87 años.
A lo largo de toda su obra, el autor pretende reivindicar al negro e indígena torturado y degradado, y, asimismo, revelar aquel maltrato, aquel agravio, no para generar rencor sino, por el contrario, para recordar aquella historia con plena conciencia de lo acontecido y con la seguridad de que cada una de las personas pertenecientes a estas culturas merecen conciliar, para que así se pueda “construir una nueva identidad caribeña” (Bernal, 2010).
Walcott era un mestizo, hijo de padre inglés y madre afrodescendiente. Es posible que esta condición haya influido en su vida y obra como influyó en el peruano José María Arguedas la condición de ser hijo de padre “blanco” y madre indígena. Arguedas, por ejemplo, atravesaba el conflicto cultural de sentirse “blanco entre los indios e indio entre los blancos”. Probablemente este cruce de “razas” lo haya atormentado como al escritor indigenista peruano, y lo haya impulsado a tratar de inscribir en la historia de la literatura la historia de su pueblo, de su cultura, de su raza. Es por lo que analizaremos cuatro de sus poemas, tratando así de desentrañar su historia.

Veranda
Este poema publicado en 1993, en la colección Islas; retrata la rememoración de los fragmentos de una identidad construida del dolor y la violencia. En él, el poeta recurre a la memoria para entender un presente difuso, fragmentado, una suerte de amalgama cultural que no termina de entender o a la que todavía no consigue acomodarse, quizá porque aún siente la presencia de los otros en su territorio, aún no alcanza a reconocerse en ese espacio que ocupa, que es su casa. Se sabe libre pero preso en el pasado.
Asimismo,  asume una actitud apostrófica o apelativa en cuanto se dirige a un “tú”  “¿Por qué os hago levantar?” A todo esto, se le suma la actitud más lírica de todas, la carmínica. Aquí el hablante opta por referirse a su propia interioridad: “Yo maduro hacia vuestro ocaso, señor, el sueño donde me queman en aquella travesía marítima, donde navego […]”.
Por otro lado, el título, aunque aparentemente sencillo, posee una carga simbólica  muy compleja que constituye el distanciamiento del hablante lírico frente a su presente. Dicho de otro modo: entendemos como veranda como un mirador, un espacio de la casa con vistas al exterior, a la calle, que se encuentra usualmente a una altura significativa y ofrece una perspectiva diferente al de la planta baja. No obstante, la veranda como parte de una casa construye una metáfora interesante, pues se reconoce la casa como un pueblo; es a través del paisaje que le ofrece este mirador que el hablante lírico va a desarrollar su narración.
Otro aspecto para analizar es precisamente este último, el hablante lirico, cuya característica principal es que es explícito y reflexiona sobre lo agónico de su historia: “Yo maduro hacia vuestro ocaso, señor […]/Yo soy el hombre que mi padre amó y fue.” Es también un revelador de experiencias, que más que optar por una única actitud, posee una voz que se transforma y asume posiciones diversas. Es enunciativo, cuenta la tragedia de un hijo. “Un suicidio entre las llamas.” “Su hijo mulato recogió sus carbonizados huesos negruzcos.”
Seguido de lo anterior, el oyente lírico del poema aparece explícito en la estrofa VIII que dice “Un fantasma surge de ti / el fantasma de mi abuelo / …”. Con ese “ti” se infiere que un posible destinatario sean esos personajes colonos a quien se dirige directamente, como se indicó más arriba, pero también podría referirse a esos naturales de su tierra, a esos herederos, a esos seres colonizados. No hay tanta claridad en ese aspecto. No hay que dejar a un lado que más adelante se dirige a alguien en particular a quien llama “señor” que es el mismo a quien se dirige en el primer verso de la estrofa VIII; este término es utilizado como una forma de tratamiento respetuosa hacia alguien que está por encima de uno, como los colonizadores, por ejemplo.
Entretanto, en el envío poético el hablante presenta un tono triste, melancólico y a la vez irónico, en donde evoca su pasado, sus raíces y la mezcla de razas producto de la violencia; irónico también porque trata de señor, una forma respetuosa, a un personaje que se impuso con violencia en su tierra, se piensa en uno de esos sanguinarios colonizadores que se hacía respetar a la fuerza.
En el poema se logra percibir un tono que hemos convenido en llamar indignación nostálgica: un sentimiento que es producto de la impotencia que se manifiesta en forma de remembranza, de la evocación de un pasado -todavía presente- de dominación, de conflicto de toda índole; un sentimiento que despierta una mirada al pasado, a los años de la conquista y sus antepasados, a través de la veranda de su casa.
Luego de la colonización, este hombre libre siente que debe apropiarse nuevamente de su territorio, de su casa (la casa como metáfora siempre), aprendiendo a vivir con la historia, con la ira que llegan las vejaciones, con la nostalgia de lo sucedido.
Con lo anterior, queremos decir que, si bien el temple de ánimo tiene matices nostálgicos, también logra transmitir sentimientos de ira, quizá producto, como se dijo anteriormente, de la impotente remembranza de un pasado abusivo y hostil, pero también de la imposibilidad de reconocerse a sí mismo. Esto último es muy importante, porque, adicionalmente, se vislumbra también cierto afán de una apropiación identitaria, a través de la cual ese individuo colonizado pueda sentar unas bases sólidas sobre las cenizas del pasado que lleva a cuestas.
El espacio poético del poema está determinado por una serie de cuestiones que tienen que ver con el espacio físico descrito (del que poco se habla realmente), y también con la configuración de pensamiento que se obtiene a través de la evocación de recuerdos, de datos relativos a un periodo de colonización europea, que traen consigo el despertar de diversas sensaciones y sentimientos. Por tanto, se puede decir que estos aspectos que componen el poema ayudan a estructurar un espacio poético completo más allá de un entorno simplemente físico, donde se puede reconocer un ser sensible, preocupado por el devenir histórico de su cultura, de su pueblo.
Cabe destacar un aspecto vital que se aprehende con la descripción somera del entorno físico y más con otros recursos íntimos del hablante lírico, y es la universalidad que goza el poema, debido a que cualquier lector hijo de una tierra que fue colonizada por europeos, podrá reconocerse en cada una de las líneas que lo componen.
Gros-Ilet
No sabemos si es con s o sin s, si obedezca a un error de imprenta o qué realmente, pero lo que sí sabemos es que el título de este poema lleva el nombre de una localidad de la isla de Santa Lucía, cuna de Derek Walcott. Le escribía a su tierra, a su gente, y este poema no es la excepción. 
En Gros-Ilet, Walcott nos presenta una isla otra, una “aldea” con unas raíces bien fuertes, resistente a las tormentas marinas que llegan del otro lado del Atlántico a conquistar, a transformarnos en un apéndice de ellos.
El poema, entre otras cosas, es una apología, si se quiere, de las costumbres y modos de ser distintos de las personas de una “aldea” del Caribe; dicho de otro modo, el hecho de que sean distintos, porque sus costumbres no provienen del continente europeo, no quiere decir que sean menos y que no deban sentirse orgullosos de la riqueza cultural y natural que poseen. Este es el tema del poema, el rescate de unos modos de ser, pensar y actuar diferentes, otros, ricos y múltiples, diversos y únicos.
Por otra parte, debemos referirnos a la voz poética del poema, a ese hablante lírico que toma una posición enunciativa para describir esa aldea. Empero lo hace con una voz propia, de alguien que conoce, que cree, que siente esa aldea, que le duele; una voz que se incluye en el texto poético (“caminamos”, “dormimos”, “estuviéramos”, “nuestro sentido del equilibrio”).
Walcott le habla a la humanidad. Su poesía no tiene un destinatario específico. Empero, ¿para quién la ironía si no para los que llegaron a imponerse en su tierra?, ¿para quién resaltar la belleza de que goza la isla que lo vio nacer si no para esos que viven en ella que no la ven? 
El entorno físico en que se enmarca el texto poético, gracias a la descripción exhaustiva de éste y la advertencia que desde el título el autor nos hace, se puede colegir de manera sencilla, a diferencia de otros poemas, que es una isla. 
En lo referido al envió poético, el hablante lírico hace una especie de presentación y trata de resaltar la belleza de aquella isla, en donde no hay quesos ni vinos finos, sin embargo, hay otras cuestiones aún más valiosas. Con un tono irónico todo el tiempo, realiza comparaciones en tono burlesco.
Es muy interesante la visión de mundo que nos proporciona este poema, esa apertura a lo diverso, a lo exótico, a lo distinto; esa exhortación a abrir los ojos, a entender esos conflictos culturales que sufren los pueblos que fueron colonizados por europeos. La lucha por configurarse como hombre caribe, negro, mestizo, mulato, se ve reflejada en las líneas de este poema. A este respecto diría Santiago Gabriel Calise (2009):
"Estos fragmentos muestran lo más imperceptible del pensamiento eurocéntrico, que es la utilización de palabras acuñadas en otras latitudes, y forzadas a encajar en otra realidad diferente. De alguna manera, la naturaleza del Nuevo Mundo es comparada y vista con ojos nostálgicos, o quizás irónicos, se pregunta Walcott, de manera que ésta es inferiorizada, o sea, como una variante deformada del patrón original". Es por ello que Walcott podrá decir, ironizando orgullosamente:
"There is no wine here, no cheese, the almonds are green,
The sea grapes bitter, the language is that of slaves."
“Gros-îlet” (Walcott 2007: 64)

Codicilio
Codicilio es un poema que pertenece a la colección Pleno verano, Poesía selecta (1964) en cuyos versos se expresa su posición frente a un tema recurrente y trascendental en toda su obra: el dolor de patria frente a un panorama de pobreza racial y cultural. Empero se manifiesta a través del sentimiento de la indignación y desarraigo; por otro lado, la vida y la muerte en cada una de las estrofas se presentan a través de las olas, las que funcionan como metáfora de los dos opuestos mencionados anteriormente.
Para iniciar el análisis se podría comenzar por el título y la sugerencia que este ofrece. Se entiende por codicilio según la Real Academia Española como “toda disposición de última voluntad que no contiene la institución del heredero y que puede otorgarse en ausencia de testamento o como complemento de él”. En este orden, de ideas se puede inferir que el hablante lírico sugiere a través de título una propuesta que trate de replantear esa herencia europea que persiste aún en su territorio del cual él y su gente es heredera. Propone despojarse de esas vestiduras europeas que provocan una problemática que genera pobreza, abandono y falta de identidad nacional, lo cual se convierte en un problema, tal como lo menciona Ruiz, G. A. F. (2011) en el artículo titulado "Poética e identidad: En Raúl Gómez Jattin."
Por otro lado, el tema que se trabaja la muerte se espera ansiosamente porque es difícil vivir con lesiones que no necesariamente son físicas, sino que fragmentan la sociedad y la denigran, una de ellas es el destierro y la otra, la no apreciación de aquellos ilustres. Igualmente, en este poema el autor presenta las olas de la playa como metáfora de la vida, la cual va y viene, arrancando y trayendo, llevándose consigo ilusiones, tristezas, injusticias; acercando o aproximando esperanzas y justicia. Sin embargo, este mar descrito en los versos de Codicilio revela lo que el océano se lleva sin la mínima ilusión de un regreso.
Asimismo, el hablante lírico construido por Walcott se expresa desde el exilio, deambulante, agotado, indignado y consciente de su condición de hombre, la cual lo conlleva a pensar en la muerte y lo que le espera a la nación que no replantea su identidad, además, se muestra indignado ante el sistema que la gobierna y la sumisión de sus habitantes. La muerte la ve como la etapa final de la vida que más temen los hombres; sin embargo, él es conocedor de lo que le espera porque su familia fue erradicada violentamente, tanto que menciona “Nada hay en el corazón; ni siquiera / miedo a la muerte. Conozco a demasiados muertos. / Todos son de la familia, conozco su manera de ser / e incluso como murieron. La carne / ardiendo ya no teme a la boca del horno / de la tierra.”
 Por otra parte, el oyente lírico en Codicilo no es explícito, no tiene un destinatario ficticio al cual esté dirigido; sin embargo, se puede inferir que destinado a las personas que lo leen, planteándoles así los problemas de la humanidad y de lo que ésta ha hecho para que se genere así conciencia acerca de lo que está aconteciendo y se logre una transformación social a través de la catarsis.
A partir de esto, el envío poético o estado de ánimo del hablante lírico en el presente poema analizado, Codicilo, en el cual el hablante lírico inicia exponiendo cómo se encuentra lesionada una sociedad; seguidamente, comenta acerca de lo que ya no puede hacer porque el tiempo ha pasado y es bastante tarde para intentar remendar algo que ya pasó; más adelante, expone su lamentación ante la situación del país y del poco sentido de pertenencia que se le tiene a este, y el escaso valor que se le da a aquellas personas que pueden aportar algún bien a la humanidad, a los cuales les toca acudir a las sobras de esta; finalmente, manifiesta que así como él hay muchas personas a las que perdieron a sus familiares por causa de la violencia del colonialismo y el forzamiento racial. Es así, como a lo largo del poema el hablante pretende exponer todos estos eventos históricos para generar conciencia y llegar a la conciliación.
La visión de mundo que expresa el autor en su obra, está relacionada con la concepción que tiene de la vida, que en este caso habla de ella a través de metáforas como el mar, y más específicamente las olas que este genera las cuales se pasean entre una orilla y otra, llevando y trayendo consigo buenas y malas cosas, y dentro de estas malas, la muerte, para la cual personas como él que vieron y vivieron la violencia, no significa más que un momento que tarde o temprano tiene que llegar, no sin antes reconocer que aún a pesar de aquellas vivencias aún no se valora lo que sostiene la sociedad, es decir, la humanidad.
Así pues, en el poema el espacio poético en el que se encuentra el autor es una playa en la que está caminando, exiliado, bajo la luz de la luna, espacio que se presta para reflexionar acerca de aquellos elementos que hacen de la sociedad como las olas las cuales según el hablante lírico “se cansan de horizonte y regresan”; igualmente, piensa en qué es una nación y cuáles deben ser los pilares de esta, en qué acciones se deben apoyar y cuáles no, y sobre todo en los tratos inhumanos que se le dan a las personas. Es así como el mar es un espacio en el que se contempla la vida y los pormenores de esta.

La mar es la Historia
“La mar es la historia” condensa el mar como un cosmos conflictivo en el que habitan las memorias de la humanidad.   En este poema, el mar se presenta como el espacio en el que mora la verdadera historia. En él, sobreviven los viajes que han tenido los pueblos, sus saberes y memorias. Es un espacio donde la vida se construye, se altera y también en donde encuentra su fin. 
En este poema, en el hablante lirico se yuxtaponen dos actitudes en cuanto es enunciativo y apelativo. Este hablante lirico inicia con una interrogación hacia un “nosotros” que es respondida inmediatamente después: “¿Dónde están sus monumentos, sus batallas, sus mártires?/[…]Están, señores, en esa bóveda gris.”
 Es enunciativo en cuanto se observa un relato casi paralelo e intensamente relacionado al relato bíblico de la creación. Un viaje a la semilla, al origen. “En el principio fue el petróleo en hervor/ Espeso como el caos; […]”.
Alude también a el éxodo, lamentaciones y el nuevo testamento. “[…]alanceando un costado de Dios/ Al ocaso de su hijo […]”
A través de esa restauración de la historia, el hablante lirico muestra a la mar como ese universo/abismo insondable, en el que se encuentran violentamente sepultados fragmentos de la historia. Allí confluyen las vidas, los hechos que han construido la memoria de las civilizaciones.
Aquí la voz poética es explicita, se asume e identifica con un Yo. “[…] yo mismo los guiare.” Esta, diserta e interpela a un oyente lirico colectivo que es nombrado como un “señores”: “¿Dónde su memoria tribal?/ Están, señores, en esa bóveda gris.”
En cuanto al envío poético en “la mar es la historia” se observa que son diversos. Debido que los estados de ánimo del hablante están íntimamente ligados a las trasmutaciones que ha tenido el mar como espacio. Van desde el asombro, el dolor hasta el duelo. De acuerdo con esto, el temple de ánimo fundamental de este poema es el asombro, ya que el hablante lirico explora el mar como un espacio secreto, poderoso y   perenne que conoció un inicio, pero nunca un fin.
Ese mismo mar es el espacio poético. Allí se presenta una apertura para la aprehensión del mundo, en cuanto es revelador ya que las memorias de la humanidad que lo habitan se han ido construyendo de manera progresiva y contradictoria. De igual forma el mar puede ser una muestra ideal de la hibrido del caribe, debido a que el mar se alimenta de todos los espacios que toca, gracias a su movimiento constante y su perdurabilidad en el tiempo.



Conclusión
Derek Walcott, como vemos, es la voz poética de una comunidad caribeña que por siglos fue marginada, es la voz de una cultura incomprendida que todavía busca configurarse en un marco histórico y artístico propios, sin nada del pasado que la eclipse, que la acalle.
La desterritorialización, propuesta por Deleuze y Guattari es un elemento importantísimo en la poética de nuestro autor analizado, el idioma que utiliza no es, su lengua materna, ni de su tierra. Walcott, utiliza el inglés al tiempo que también introduce derivaciones del creole a través de diálogos en los poemas. Esto con el fin quizá, de llegar a más personas, de que el mundo conozca a esa raza que es la suya y se apropie de ella.
Se convierte esto entonces en un conflicto de identidad e incluso de escucha, "[…] esta comunidad imaginada no ha encontrado su encarnación en ninguna nación moderna” como afirma Calise, incluso aunque, “su existencia esté mayormente justificada Esta comunidad de gentes que no logran hacerse escuchar” a partir de esto es muy probable que quizás necesite, primero, reconocerse y dialogar más consistentemente entre sí, para lograr el regocijo de una identidad pura.

Referencias
Bernal, R. (2010). EL yo y los otros: Dialéctica de conciliación en dos poemas de Derek Walcott. Núcleo, 22(27), 115-131.
Calise, S. G. (2009). La poética de Derek Walcott y el problema de la poscolonialidad. Espéculo: Revista de Estudios Literarios, (43), 99.
Deleuze, Giles y Félix Guattari (1990) Kafka. Por una literatura menor, Ediciones Era, México, segunda reimpresión.

Ruiz, G. A. F. (2011). Poética e identidad: En Raúl Gómez Jattin. Revista Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (14), 143-169.